18 enero 2007

El columpio asesino juega con mis manos, coquetea, me mira de costado, se relame, prepara con deleite juguetón su inminente ataque. El asesino en serie más serio del patio se ha fijado en mis manos de pianista. Las quiere. Me desea

No aspiro a imaginar maneras de escapar de su abrazo. Se me revela mucho mucho más divertido dejarme querer por él, por sus irreverentes y violentas maneras animales de hacerse con lo que desea aquí y ahora y un segundo después ya no sirve.

Estoy decidido a dejarme tocar, lamer, sudar chupar, comer, morder y masticar. Escupir, eructar y digerir. Cagar

Siempre que me dejo asesinar el espejo me sorprende con una nueva pregunta y yo nunca sé que decirle